El pasado 16 de octubre se realizó en la Sociedad de Escritores de Chile, el lanzamiento de la novela “Cinco mil delfines y un túnel”, obra póstuma del escritor, dramaturgo, fundador y director de la Compañía de Teatro El Riel. El encuentro estuvo a cargo de Faiz Mashini; codirector de editorial Malamadre; Ana María López de Teatro El Riel, y Guillermo Rodríguez miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Nuestros agradecimientos a la Compañía de Teatro El Riel por su intervención músical durante la presentación y a Guillermo Rodríguez por presentarnos la obra de Juan Vera a partir del siguiente discurso:
PRESENTACION DEL LIBRO DE JUAN VERA ¨CINCO MIL DELFINES Y UN TUNEL¨ SOCIEDAD DE ESCRITORES DE CHILE, 16 OCTUBRE 2017
Buenas tardes a todas y todos los presentes en este lanzamiento de la obra póstuma del maestro Juan Vera, “Cinco mil delfines y un túnel”.
Agradezco profundamente el honor que me brinda Ana María López de presentar esta obra de Juan, quien además de su oficio de dramaturgo, actor y escritor, era un militante revolucionario, comprometido, jugado, de aquellos que, como decía el Che, ponen su pellejo en prueba de sus verdades.
Estando en prisión tuve el privilegio de conocer a este hombre de profusos bigotes negros quien llegó un día de visita solidaria a la cárcel para quedarse con nosotros largo tiempo, hasta el día de hoy.
Eran días difíciles, donde palabras como Resistencia, Rebelión Popular, Sublevación Nacional, Dictadura, uso de todas las formas de lucha era léxicos comunes, aceptables, legítimos, pero altamente riesgosos, tanto que a veces el pronunciarlos era cobrado con la vida misma por los agentes represivos.
En esos años, la SECH jugaba un activo rol social y político, se jugaba junto a quienes luchaban, junto a los familiares de detenidos desaparecidos, junto a quienes éramos presos políticos. Su Directiva y sus integrantes estuvieron junto a nosotros apoyando diversas huelgas de hambre, estuvo organizando concursos literarios para presos políticos junto al Centro Cultural Mapocho, estuvieron en visitas masivas, solidarias, lejos de las cámaras, los flashes y las luces faranduleras. En una de estas visitas, conocimos a Juan, Ana María y otros escritores.
Pero Juan, después de esa visita, regresó muchas veces. En esa época, los presos políticos habíamos logrado doblar la mano de los carceleros y ganar muchas conquistas, entre ellas las visitas diarias y sin límite de horario, conquistas ganadas en lucha, a través de huelgas de hambre, de tomas del recinto carcelario, de marchas externas, de trabajo de los abogados, en fin, de muchas iniciativas, entre estas, la de un grupo de presos quienes rasguñando la tierra construían el túnel que permitió la libertad de muchos presos.
Juan llegaba temprano a la cárcel, tomaba desayuno con nosotros y dictaba sus clases al TALLER DE REPACIONES DE LETRA que formaban cinco alumnos permanentes. Nos impelía a trabajar poesía, cuento, narrativa libre, nos hacia
escribir con píe forzado y mirar críticamente nuestros trabajos. Se reía de nuestro formalismo, de nuestras represiones y de la escaza capacidad de comunicar emociones, obligándonos a reconocer nuestras emociones, nuestras barreras, nuestras represiones. Era un maestro lúdico, risueño, irreverente. Recuerdo claramente como abordaba con toda naturalidad la sexualidad, el deseo, el placer, tanto como el rencor, el odio, la rabia.
Era rutina del maestro dejarnos trabajando en tareas literarias a resolver durante el día, mientras el dormitaba en la celda, o recorría las galerías y calles, conversando con otros presos, quizás recopilando partes de las historias que componen este libro.
Al salir de prisión en 1992, pude visitarlo en su hogar un par de veces. Sin embargo, la vida nos había reservado otra sorpresa: en 1997 comencé a llevar a mi pequeña hija a la academia de baile LA ESPIRAL, reencontrándonos con Juan y Ana María quienes llevaban a su nieta. Hermoso reencuentro cada sábado compartiendo una sopaipilla, un vaso de jugos, y los chismes y pelambres de la semana mientras esperábamos el termino de las clases de nuestras pequeñas.
Un sábado, Tanatos o Azrael, reconocidos ángeles de la muerte aparecieron de súbito. Juan estaba pálido, confundido, desorientado. Me informó que Ana María estaba luchando duramente por su vida en un hospital. Días después, no fue Ana María quien viajó a la eternidad, sino Juan, dejándonos su legado de prosa, escritos, obras de teatro, y sobre todo su ejemplo y un camino a seguir marchando junto a los que luchan por un mundo mejor.
Cinco mil delfines y un túnel, es un trabajo extraordinario. Si solo fuese un relato, se trata de diversos episodios de dos acciones mayúsculas en la lucha contra la Dictadura Militar: la construcción del túnel de la libertad por parte de un grupo de presos políticos, y el traslado y desembarco de toneladas de armamento en las costas chilenas gracias a la solidaridad del pueblo cubano y a la determinación de muchos militantes que entendían que para derrocar a la dictadura de los patrones se necesitaba construir una fuerza social, política y militar.
Pero la obra de Juan en si misma es subversiva. No es, ni mucho menos, un texto lineal. Es un texto donde como la vida misma, el pasado es presente y futuro al mismo tiempo, donde el límite entre lo objetivo, el recuerdo, el subconsciente, la subjetividad arremeten por doquier. Donde hablan los insectos, los peces, las aromas, los sabores, el mar, la tierra. Subversiva, porque los individuos no aparecen retratados como estereotipos formales, puros, exactos, siempre certeros, intachables, iconos del llamado realismo socialista del siglo pasado. Al contrario,
los seres que caminan por la obra de Juan tienen temor, desconfianza, dudan, recuerdan permanentemente, se proyectan, cuestionan.
Quienes vivimos esos días difíciles, sabemos que Benedetti tenía mucha razón cuando en su poesía dice que los presos lloramos, berreamos, moqueamos. Lo que Juan aporta, quizás vislumbrando a los seres individualista que el neoliberalismo está formando, que estos mismos luchadores pueden ser capaces de cuestionar la disciplina y una gesta colectiva de enorme envergadura por un interés individual y egoísta como lo es algo tan simple y mundano como lo es el tener hambre.
El texto tiene muchos guiños, claves, y quizás muchos de ellos que pueden pasar desapercibidos al lector poco familiarizado con la lucha antidictatorial, como lo son por ejemplo los diálogos con Sergio Buschman, actor, militante quien ya partió, y que en la época formó parte del equipo que participo del traslado de armas en Carrizal. También encontramos advertencias para quienes asuman la vida clandestina, para quienes enfrentaran un interrogatorio con sus captores, en actos eternamente repetido entre represor y luchador, entre amo y esclavo, entre explotado y explotador. Me refiero a los artilugios usados por los interrogadores para quebrar el necesario silencio de los conspiradores capturados.
La imagen que nos regala Juan de los cinco mil delfines desplazándose, es potente. Nos sugiere la enorme tarea de construir una sola voluntad, al decir de Gramci. Una multitud desplazándose organizada, articulada, con férrea disciplina, con un mismo ritmo, con cada sujeto o delfín sabiendo exactamente qué hacer para desplazarse, para defenderse, para superar barreras.
¡Cuan necesario se hace en estos días construir esa unidad frente a la dispersión de las fuerzas populares ante al feroz dominio y explotación del capital financiero!
Invito a todas y todos a sumergirse en las aguas del libro de Juan Vera, libro que es para degustar, masticándolo poco a poco. Texto que no es para hambrientos glotones que tragan sin paladear. Este es un texto para saborear cada línea, cada frase, porque están llenas de la vida misma.
Quisiera termina esta intervención recordando a las mujeres y hombres que hicieron posible con su determinación y compromiso los eventos que Juan Vera destaca en su libro. Todos ellos miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Permítaseme recordar a Claudio Molina Donoso, actualmente refugiado en Argentina y a Miguel Montesino actualmente encarcelado injustamente en México.
Juan Vera, gran amigo y compañero, quisiera contarte que hoy muchos delfines se comunican con trutrukas, pifilcas y Kull Kull, mientras otros delfines se enfrentan a las AFP, o luchan por proteger sus territorios de las industrias extractivistas, por el agua o por poner término a la educación mercantilizada.
Compañero Juan, amigo, camarada, maestro: la marcha de los delfines continúa y a pesar de los tiburones, nada la detendrá.
Solo la lucha nos hará libre.
Gracias.
Guillermo Rodríguez M.